miércoles, 23 de septiembre de 2009

Una mañana no tan gris

Ayer la cuidad lucía un tanto descolorida, es que ni el cielo había querido decir buen día y mandó a las nubes para que hagan acto presencia, y estas muy poco amigables por cierto, se desquitaron llorando. Claro está que era uno de esos días para hacer del cuarto el único lugar habitable, pero muy por el contrario yo andaba por el centro, en otro intento frustrado por conseguir trabajo (ver aparte), y disponía de mi celular donde estaba escuchando música.
La Mañana hacía agua por todos lados, y la verdad que me sentí muy a gusto caminando por el centro, aunque debo reconocer que me faltaba una mano al lado, alguien a quien mirar, alguien que también se estuviera mojando conmigo y porqué no reirse de eso... Aclaro por las dudas, ese alguien no existe, por lo menos por ahora.
En mi vuelta hacia casa, el colectivo fue una especie de cine, donde yo era el espectador y los protagonistas transpolaban la ventana de ese último asiento, los veía y no me veía, mi mundo estaba resuelto con mis auriculares bien colcados en mis oidos. Creo que no pensaba en nada, que no sentía nada más allá de la música, y que lindo fue no pensar. Y aunque varios me hayan dicho que estaba loco, yo tenía ganas de caminar bajo la lluvia, y de sentarme a mirar el río, y disfrutar de una mañana no tan gris.

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